En una asamblea con los vasallos, estos deciden dar sus hijas de la siguiente manera: quién tenga tres dará dos; quién dos, una; y los que tengan una entrarían en un sorteo por saber la escogida. Una vez recogida todo el rescate se hace una comitiva que se dirige al puerto de Salou para zarpar hacia tierras sarracenas. Mientras tanto Galceran ruega fervientemente a san Esteve, patrón de Bagà, porque lo libere de su captiveri. Y el día antes de que el rescate se embarcara, san Esteve se aparece a Galceran y lo libera; igualmente pasa con Santcerní que también es liberado por la intercesión de Santo Genís, patrón de su parroquia. La comitiva del rescate y los dos liberados milagrosamente se encuentran al camino del Rincón (Vila-seca) muy cerca del puerto de Salou. Con gran gozo se reconocen y van juntos hacia Tarragona y de allí a Barcelona para presentarse ante Ramon Berenguer IV. Una vez reposados, devuelven hacia Bagà dónde son recibidos con inmensa alegría. Galceran recompensó las doncellas y las familias que las habían librado; también hizo donaciones en la iglesia de San Esteve de Bagà. Al ninguno de los años, próximo a la muerte, se retiró como monje al monasterio de Santas Cruces donde murió y fue enterrado.